El 26 de octubre, Lima será testigo de una fiesta que busca redefinir Halloween de una manera inesperada. ‘Pop, dulce o truco’, organizada por Indie.gestión, será mucho más que disfraces y música: es una celebración de la escena pop independiente que se vive intensamente en la capital. El Paradero Cultural de Lince se convertirá en el punto de encuentro para aquellos que ven en la música una forma de conectar, un espacio para compartir emociones, bailes y experiencias. El evento incluirá varios ambientes, buena comida, bebida y un after party que promete mantener viva la fiesta hasta el amanecer.
En el escenario estarán Los Niños Vudú, una banda que ha logrado capturar el lado más honesto y nostálgico del pop. Su álbum ‘EL MEJOR DE LOS VIAJES’ ha resonado profundamente con quienes buscan algo más que entretenimiento: es un espejo donde se reflejan emociones. Su presentación será un momento clave para quienes entienden la música como una experiencia compartida, y no como un mero espectáculo.
Oscar DLC, Mazu y El Ruido de mi cuarto también estarán allí, cada uno aportando su toque especial a la velada. Oscar DLC, con su estilo indie rock, ha ido ganando seguidores por su capacidad para crear canciones que se sienten cercanas, como si te estuviera contando algo en confianza. Mazu nos llevará de vuelta a los años ochenta, con ritmos contagiosos que harán que todos se muevan, mientras El Ruido de mi cuarto aportará ese toque lo-fi, tan íntimo, que hará que la noche tenga momentos más introspectivos y personales.
Lo más interesante de ‘Pop, dulce o truco’ es la manera en que rompe las barreras entre el artista y el público. No se trata de ver un show desde la distancia, se trata de vivir una experiencia colectiva donde la música, los disfraces y el baile se mezclan, creando algo único. Cada rincón de este evento estará diseñado para que te sientas parte de algo más grande, donde la libertad creativa y la autenticidad son lo que realmente importa.
Y así, la noche del 26 de octubre quedará grabada en la memoria de todos los asistentes. La música seguirá fluyendo y las emociones se entrelazarán en el aire, sin que nadie se preocupe demasiado por el reloj. Porque a veces lo único que importa es lo que compartimos mientras suena una buena canción.