Kachete reflexiona sobre «El Tiempo»: un golpe directo a la idolatría de la juventud

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El músico limeño Jorge Ruiz, mejor conocido como Kachete, regresa con fuerza con su octavo sencillo en solitario, «El Tiempo». Esta nueva entrega es un puñetazo directo a las expectativas de la industria musical, que constantemente glorifica a los jóvenes mientras ignora a los artistas más experimentados. Kachete, exlíder de la banda de punk rock Terreviento, demuestra que aún tiene mucho que decir y que su voz es tan relevante como siempre.

«El Tiempo» no es una canción punk, pero lleva en su ADN la rebeldía y la honestidad brutal que caracteriza al género. Kachete nos enfrenta a una dura verdad: en la sociedad actual, los adultos son rápidamente catalogados como obsoletos. La letra de la canción es una reflexión incisiva sobre cómo la industria de la música descarta a los artistas que han pasado la barrera de la juventud, a pesar de su vasta experiencia y sabiduría.

La producción de esta canción, realizada en conjunto con Gonzalo Farfán en los estudios Audiobas de Lima, captura la esencia cruda y auténtica de Kachete. Farfán, conocido por su trabajo con bandas como G-3 e Inyectores, aporta una energía y una sensibilidad que elevan la canción. La armónica, un elemento inusual en la escena del rock peruano, añade un toque distintivo y emocional, reforzando el mensaje de la canción.

«El Tiempo» arranca con una guitarra que inmediatamente te atrapa, seguida de un bajo potente y una batería que marcan el pulso de la reflexión de Kachete. Su voz, cargada de sinceridad, nos lleva a cuestionarnos cómo y por qué valoramos la juventud por encima de la experiencia. «La verdadera virtud de un compositor es poder desnudar lo que te pasa por dentro, así sea triste o doloroso», comenta Kachete, y esta canción es un claro ejemplo de esa filosofía.

El final de la canción es especialmente poderoso, con el poema «Cenizas» recitado por Gabriel Gargurevich. Esta colaboración añade una dimensión poética y reflexiva, cerrando la canción con un golpe emocional que resuena profundamente. Gargurevich, exvocalista de la banda El Ghetto, aporta su voz única, añadiendo peso y gravedad al mensaje de la canción.

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