La banda rusa Motorama tuvo un cálido recibimiento del público peruano y brindó un intenso concierto, teloneado por White Llamas.
La llegada de la banda rusa Motorama al Perú era algo anhelado por sus fanáticos locales quienes además de seguirlos por internet, conseguían los vinilos y discos compactos de la banda con ansias. Su primera presentación en Lima agotó las entradas disponibles rápidamente y sorprendió por la recepción del público, quienes formaban largas colas desde temprano.
El concierto fue abierto por White LLamas, un nuevo power dúo integrado por Alonso Bentín y por Humberto Campodónico, este último recordado por su trabajo dentro de Turbopótamos y actualmente en el bajo de Vaselina.
La banda tiene un sonido contemporáneo y propio, en el cual la guitarra y voz de Campodónico son acompañados por una base electrónica y la batería de Bentín, con sólo un platillo, pad electrónico y fuerte uso de napoleón.
White Llamas es una propuesta peruana diferente e interesante, altamente recomendable para quienes están escuchando bandas nuevas bajo la etiqueta de «indie». No pudieron terminar su set por problemas en la electricidad que incluso hicieron que Subway Elephant, la otra banda telonera, no pudiera presentarse, dando paso directamente a Motorama.
A penas la bajista Irene Parsina y el guitarrista y frontman de la banda Vladislav Parshin pisaron el escenario, el público estalló en aplausos y arrancó una euforia que no se detendría.
Aquí un ejemplo, con el audio de consola de la canción Alps, coreada por los asistentes.
El sonido de la banda, si bien está inspirado en elementos del post punk, es parte del nuevo rock contemporáneo. La base del bajo de Irene Parsina y la precisa batería de Roman Belenkii, mantendrían la energía toda la noche.
La guitarra solista de Maxim Polivanov es uno de los ejes del sonido de Motorama, las melodías de varios temas fueron coreadas por el público, que se exaltaba cada vez más ante la intensidad escénica de la banda.
Uno de los afectados por los problemas de electricidad fue el teclado de Alexánder Norets, pero esto fue resolviéndose a medida que avanzaba el concierto.
La grave voz de Vladislav es la que brinda la atmósfera característica de las canciones de la banda. Era evidente que a pesar de los problemas técnicos, los Motorama estaban dispuestos a darlo todo para un público que coreaba su nombre cada vez que podía.
Cada una de las canciones del set fueron cantadas por el público, muchos de ellos coleccionistas del material discográfico de la banda. Esto generó una conexión en la que el público vibraba intensamente y la banda interpretaba sus temas a la perfección.
La concentración de los integrantes era evidente, puesto que los feedbacks eran intolerables, lo que mostró una calidad de sonido que dejaba mucho que desear para cualquier concierto. Esperamos esto deje una lección para el futuro.
A pesar de los problemas técnicos, la banda mantuvo la entrega toda la jornada, comunicándose con el público a través de las canciones, haciendo que este estallara en los momentos más intensos de cada canción.
La reacción del público fue impactante desde el comienzo y desmintió ese mito de que el público peruano es «pecho frío». Los asistentes mantuvieron el ánimo por todo lo alto desde la primera a la última canción, haciendo que tanto la banda como el público tuvieran una noche memorable.