Sonidos conversó con el cantautor peruano que recientemente deslumbró a los asistentes al concierto de Jorge Drexler en Lima.
El trabajo de Omar es reconocido dentro de quienes disfrutan y trabajan diversas formas de la canción en el formato de voz y guitarra acústica (ese que fue difundido hasta el hartazgo con la nueva canción latinoamericana y la nueva trova cubana) justamente porque él no entra en los clichés de esas canciones, si no en el oficio del cantautor que forja su propia obra, nutrido de la tradición.
La exploración con las décimas como lenguaje poético y posibilidad de improvisación son parte del aporte de este joven a su generación y a la música popular peruana contemporánea. Por ello parte de la siguiente entrevista ha sido respondida con décimas.
Primero por favor preséntate para los lectores que recién te conocen.
Yo soy de un barrio costeño
Y aunque nadie me lo crea
Le confieso a quien me lea:
Yo nací siendo pequeño.
Desde entonces hasta aquí
Aún me pregunto quién soy,
Dónde estoy, adónde voy,
Qué es lo que hay dentro de mí.
Y me la paso entretanto
Jugando a darme respuestas
Con las verdades supuestas
Que hay en lo que escribo y canto.
Y lo que hago me lo creo,
Porque cada quien ha sido
(Según como escucho y veo)
Aquello en lo que ha creído.
Cuéntanos ¿Cómo así decides ser un cantautor?
Decidió por mí la vida;
Me dio gusto por los cuentos,
Amor por las melodías
Y una obsesión por los versos.
¿Con qué géneros musicales trabajas?
Le voy al huayno, al landó
al pop y a la marinera,
me gusta lo mismo el rock
que el son o la chacarera.
Aunque prefiero el sabor
de los cantos de mi tierra,
si me hablan de componer
jamás agito banderas.
¿Cómo así llegas a expresiones de la tradición oral, como las décimas?
De adolescente me emocionaba con los sonetos del siglo de oro español, en especial los sonetos de amor de Garcilaso de la Vega. Este es mi primer acercamiento a los versos clásicos.
Muchos años después, cuando empezaba a desarrollar mi oficio de cantautor, me topé en medio de una reunión de compositores criollos con dos señores decimistas que improvisaban y recitaban: David Alarco y Luis Velásquez. Me impresionó tanto el arte del verso, que decidí unirme al Taller de la Kontroversia que dirigía Alarco, espacio en el que aprendí las bases de la décima y su improvisación.
A partir del 2010 empecé a trabajar en solitario y sumé definitivamente la décima a mis performances de cantautor sobre el escenario, incluyendo la improvisación.
Cuéntanos de tus presentaciones fuera de Lima, en el extranjero y provincias del Perú.
He cantado en Piura, Cusco, Arequipa, Iquitos y Ayacucho, así como en México, Colombia, Ecuador, Bolivia y Argentina. En casi todas estas ciudades o países he realizado presentaciones formales e informales, porque muchos de mis viajes fueron los de un mochilero que cantaba para sobrevivir a su aventura, y porque en otras ocasiones (las más hoy en día) también viajé para asistir a encuentros, festivales y congresos de música popular, verso o canción de autor organizados para “profesionales”.
El aprendizaje durante los viajes es vasto, uno regresa cargando imaginarias maletas con toneladas de conocimientos y saberes, pero sobretodo con sentires que ha ido recogiendo durante esos recorridos donde siempre se encuentra uno con gente fascinante que anda tocando tal o cual música, o haciendo determinado arte.
¿Qué tal la recepción del público en el concierto junto a J Drexler?¿Cómo así te convocaron a telonear?
Mabela Martínez fue
Quien me invitó a interpretar
Las décimas y canciones
Que me gusta cancionar.
Lo demás fue disfrutar
Del público y su atención,
Sobretodo en ese rato
En que canté el socabón.
El canto tradicional
De los antiguos poetas,
Regresó desde el pasado
Pero con recientes letras.
¿La recepción? ¡muy buena! Los que abren conciertos siempre la tienen difícil, pero hubo un tema que aportó mucho a la magia de esa apertura y mi participación al final: Cuando la noche anterior nos conocimos con Jorge Drexler, nos dimos con que los dos andábamos alucinados con el mundo de las décimas y su improvisación. Este solo hecho provocó un buen enganche, porque no es muy común encontrar cantautores que anden detrás de estas formas de versar.
Por eso hubo un gusto mayor aún en salir a cantar para ese público que se sintió –creo yo- como en familia, como entre amigos que se juntan para disfrutar de una reunión íntima y acogedora en la que algunos miembros de pronto sacan los instrumentos y se ponen a tocar.
Pero sobretodo, me emocionó y aún me emociona pensar que un canto tradicional peruano como el Socabón se haya vuelto a escuchar fuerte ante 3 mil personas y que además haya sido coreado por el público que reaccionó cantando el pie forzado “Todo lo llevo en el canto” que había al final de cada décima, desde el comienzo hasta el final de la tonada.
¿Qué estrategias recomiendas para quien desea dedicarse al oficio de cantautor?
Que tenga claro que hay dos artes dentro del oficio del cantautor: el arte de hacer canciones y el arte de interpretarlas ante el público. Son dos cosas distintas y en las dos hay que trabajar mucho.
Luego, como cualquier otro artista, que lea mucho, que escuche mucha música de todos lados, que abra sus sentidos a todo el arte posible y que se junte con gente que le pueda compartir conocimientos válidos dentro de su quehacer.
¿Cuáles son tus planes a futuro?
Grabar un disco de musicalizaciones de poetas andaluces que realicé entre el 2010 y el 2011. Maravillosos versos de Góngora, Alberti, García Lorca y Bécquer están en este proyecto. Grabar el siguiente disco con mis nuevas composiciones y, luego, publicar mis décimas. Y, por supuesto, seguir metiéndole el bicho del verso a la mayor gente posible. De hecho, ando dictando un taller de Verso en Improvisación en el CEMDUC de la U. Católica. Durante el verano se abrirán nuevos horarios, así que están todos invitados.