Carlos Compson vuelve a Arequipa este sábado 16 de noviembre para ofrecer una noche que promete un fuerte impacto emocional. En El Wecco, espacio de resonancia en la “Ciudad Blanca”, se espera que la melancolía y las sombras de Espuria, su reciente álbum, abracen al público. Compson se presentará junto a Conejitos Suicidas, Astrogatos y Club de los Poetas Muertos, tres proyectos que comparten su interés por ahondar en los aspectos profundos y a veces incómodos de la experiencia humana.
Desde sus primeras grabaciones hasta el denso Espuria, el trabajo de Compson se ha caracterizado por un recorrido entre la introspección y el desasosiego. Su música evoca paisajes interiores de inquietud y reflexiones intensas. Con el lanzamiento del videoclip de «Sortilegios» en formato de live session, Compson reafirmó ese espíritu introspectivo que define sus composiciones. Esta versión en vivo permite vislumbrar la crudeza de su mensaje, sin adornos innecesarios, y conecta con la audiencia de manera directa, casi visceral.
Arequipa ocupa un lugar especial en el imaginario de Compson, y su regreso a la ciudad parece tanto un reencuentro con viejos amigos como una reafirmación de su compromiso artístico. En El Wecco, cada acorde invitará a los asistentes a explorar las emociones que yacen bajo la superficie cotidiana. El público podrá disfrutar de piezas no solo de Espuria, sino también de otras épocas en su trayectoria, construyendo así un diálogo entre el presente y el pasado de su obra.
Lo más llamativo de esta presentación será la interacción entre Compson y las bandas locales. Conejitos Suicidas, Astrogatos y Club de los Poetas Muertos no son simples teloneros; representan distintas perspectivas que, al unirse en esta noche, crearán un escenario donde la música se vuelve un espejo de quienes la escuchan. Son propuestas que complementan a Compson, ofreciendo sus propias miradas sobre el desencanto, la soledad y el cuestionamiento de lo familiar.
Sin grandes pretensiones, el concierto de Carlos Compson en Arequipa se presenta como una experiencia íntima y cercana, una invitación a detenerse y mirar hacia adentro.
