Entrevista – Francisco Melgar – Los Castigos

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Con motivo de su próxima presentación en el ICPNA de Miraflores, Sonidos conversó con Francisco Melgar, guitarrista de Los Castigos

¿Cómo así se forman Los Castigos?

Bruno y yo habíamos formado una banda llamada Los Estuches, junto con Alberto Cendra, el baterista de Los Zapping. Era una banda de post punk, parecida a Wire, creo. Llevábamos dos meses ensayando cuando Alberto se fue a Buenos Aires de vacaciones. Como en esa época yo ya no tocaba con Los Protones, y no quería quedarme mucho tiempo sin hacer música, llamé a Bruno por teléfono y le dije que tenía varias canciones instrumentales con una onda del lejano oeste que quería sacar. Claro, le mentí, porque en realidad no tenía ninguna, pero era un tipo de música que siempre me había interesado y que ya había empezado a meter en Protones antes de irme. Fue un buen pretexto para sentarme a escribir canciones en esa onda. Era obvio que Bruno también quería empezar a escribir sus propios temas fuera de Turbopótamos, así que todo encajó. Después llegaron Marco y Teté y nos dimos cuenta de que era mejor hacer a un lado a Los Estuches y darle con todo a Los Castigos.

¿Cuál es la estética que busca cultivar la banda?

Aunque llegamos de grupos con estilos distintos, a los cuatro nos gusta la música para películas de Ennio Morricone. Hay una elegancia orquestal en esas composiciones que, sin dejar de ser musicalmente exquisita, puede sugerir imágenes impactantes de violencia y de muerte. Creo que eso, a los cuatro, nos resultó fascinante. En especial en un circuito rockero como el limeño (donde el rock se asocia con lo chocante, lo adolescente y lo amateur) la música de Morricone (y de los grupos de rock que salieron de ella, como Calexico y Friends of Dean Martinez) nos sirvió de modelo para explorar algo completamente opuesto: un sonido sobrio, maduro, añejo, minimalista, a veces hasta abstracto, pero al mismo tiempo esencialmente rockero.

¿Sienten que hay (o que son parte) de una tendencia «retro» global?

No creo que seamos una banda retro. Para empezar: no vivimos anclados en una época ni en una forma de vestirnos. No salimos a escena tratando de revivir los años 60 ni nada por el estilo. Lo que nos gusta de la música de las películas del oeste no es un look, sino una actitud frente al sonido, a los arreglos, a la combinación de instrumentos acústicos y eléctricos, al enorme espacio que se puede crear en las canciones gracias a un ritmo muy particular.Al uso del silencio. No creo que eso sea retro. Son sólo las reglas de la música que hemos elegido hacer.

Personalmente, como músico ¿Cómo ha sido la transición de teclado a guitarra?

La verdad es que nunca me he considerado ni tecladista ni guitarrista. Se me ocurren canciones, y la necesidad de volverlas reales me lleva a coger un instrumento para poder tocarlas. Voy aprendiendo en la medida de mis necesidades.

¿Cómo ven «la escena» limeña actualmente? 

Creo que hay bandas excelentes, al nivel de cualquier otro país sudamericano. El problema es que el público, aquí, ha perdido la costumbre de salir a la calle en busca de música. Tengo la impresión de que en la escena de la música clásica y el jazz es completamente diferente. Ellos tienen un público que sale de noche en busca de un local donde sentarse a escuchar música por dos, tres, cuatro horas. El público rockero parece salir en busca de un tono o de una juerga. Y cuando se acaba la chela o se van las chicas, ellos también se quitan. Es difícil salir con una propuesta musical que no invite a juergear o a bailar y que, al mismo tiempo, la gente te vaya a ver.

¿Que les gustaría aportar a ella?

No se si nuestra música aporte algo a la escena. Es lo que hacemos y creo que lo hacemos bien. No vamos a volvernos una banda pachanguera para ser más populares.

¿Cuáles son los planes de la banda a futuro?

Tocar este 3 de octubre en el ICPNA de Miraflores. Están todos invitados.

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