Una mirada a la primera producción oficial de la banda stoner progresiva, lanzada por Tóxico Records, en una reseña por Alejandro Wangeman.
El disco de Cholo Visceral que se llama “Cholo Visceral” es como un edificio gigante y viejo que se derrumba y se vuelve a levantar de a poquitos (trayéndose abajo a todas las aves putrefactas que al estrellarse en él pierden la garganta de un grito), un edificio colosal que se derrumba y se recompone una y otra vez, sucesivamente, hasta que en una de esas se cae de una vez por todas y ya que chucha, a saltar todos en los escombros cantando el salmo.
O al menos esa fue la impresión que me dejó «La Rataza».
Fieles al rock progresivo (y también tienen mucho de stoner rock), la creatividad para reformularse es lo que más llama la atención en las composiciones de Cholo. La creatividad para nunca estancarse en el mismo motivo, en la misma rítmica, en la misma velocidá, o en darle cien vueltas a un mismo riff de guitarra; de hecho cada canción tiene como 6 riffs y muchas veces ninguno tiene demasiado que ver con el anterior. Cada canción son siete canciones en una: pasan de ser estridentes a apacibles, de apacibles a una calma soul que invita a tener sexo a lo soft porn, después te viene la psicosis y todo se vuelve demoníacamente frenético y denso, para terminar en algo que suena a pesadilla luego de un mal ácido, y volver a empezar.
Otra característica que hace la diferencia en cuanto a sonido es la incorporación de instrumentos como el saxo y el violín, los dos finísimos cuando intervienen, y un eventual DJ que le mete la psicodelia entre las vértebras al esqueleto de las canciones. Las guitarras van jugando entre rítmica y melódica, con líneas que por momentos te jalan con una soga hasta el centro de la música para que la mires a la cara, bien de cerca. En varias secciones, la banda agarra tal viada que provoca salir a correr por las calles, o poguear de madrugada contra las paredes del cuarto, o hacer saltos mortales, cosas así…
Para más detalles y que todo esto agarre algo de sentido, oíd:
