Los integrantes de la banda Cocaína, no consumen cocaína, ni lo necesitan para ser decididamente necios en la práctica de sus convicciones. Lo cual queda demostrado no sólo por el que su nombre sea en sí mismo una batalla semántica, si no por la convicción con las que han emprendido sus acciones. Son un ejemplo de las bandas que se hacen a sí mismas y no esperan que nadie les de nada.
Los hemos visto construir -como tantos otros- su propia sala de ensayo, organizar conciertos sólos y con otras bandas, en cada lugar posible, inclusive el Hospital Psiquiátrico Larco Herrera, el referente de la locura en una ciudad de por sí demente, que los acogió en la presentación de la revista literaria Casa de Citas.
Dudo que cuando Ignacio Briceño y Jorge Ramírez, iniciaron sociedad creativa con un doble disco solista, imaginarían cómo crecería su creación junto a el bajista Juan Francisco Ortega. Si como trío ya eran reconocidos como una banda sólida y disonante entre los cultores locales del rock experimental y el garage (momento registrado en un primer lanzamiento de la mano de A tutiplen Records) la incorporación de Gustavo Villegas en el teclado y de Alan Poma en la guitarra rítmica, llevó a los oyentes a exigir y a entender. Esta banda va a hacer lo que le dé la gana, pues de eso se trata.
La diferencia sonora Cocaína, parece estar en que articulan muchas eras del rock and roll, en un pleno ejercicio «post internet», en el que no importa ni siquiera si están afinando vocalmente, si no lo que tienen que decir. Ya depende de cada uno el decidir apreciar el ejercicio musical catártico desde el cual lo comparten, en visceral descarga.
En la historia de Cocaína hay un antes y un después de Lima Vive Rock, luego de enfrentarse a un escenario así de grande, perder las verguenzas y experimentar las posiblidades, la banda pasó a otro nivel.
Luego de dejar de tocar por más de medio año en escenarios locales, presentan la obra que vienen trabajando desde hace dos años, las canciones hechas con los poemas de Jorge Pimentel.
Conversamos con Cocaína con motivo del lanzamiento de su segundo disco, aquí la nota de prensa oficial y nuestra conversación con ellos.
¿Qué los lleva a musicalizar poemas?
Es algo que se dio de manera natural, y que responde antes a la necesidad de hacer canciones que al deseo de musicalizar poemas. Por lo tanto, entendemos que lo que hacemos son canciones y no musicalizaciones. Y podría decirse que lo que nos llevó a ello son los mismos poemas, entendidos como suceso, en el mismo sentido en que una experiencia, una escena en la calle o una emoción pueden llevarte a hacer una canción. Después de la primera vez que esto sucedió (El ciruelo de Bertold Brecht), quedó esa puerta abierta y volvimos y volveremos a cruzarla.
Asimismo, hay poemas que como que piden ser cantados. Tanto por su estructura como por su ritmo, hay textos que están muy cerca de la forma canción. Podría decirse que incluso los autores lo intuyen y hasta lo hacen explícito en su título, como es el caso del poema de Pimentel que tomamos para este álbum. Es como si su vehículo orgánico fuera el aire y no el papel. Estos poemas palpitan en la hoja.
¿Por qué específicamente esta obra poética?
Se trata de una obra que tuvo un fuerte impacto en nosotros. Que por su sencillez y luminosidad, por su brevedad y recurrencia, por su vitalidad, nos llegó en el momento justo. Estas son canciones que tienen muchos años con la banda. Sin embargo, solo han adquirido su verdadera dimensión tras un proceso, tras un recorrido. Ese es el recorrido de la banda hacia un nuevo sonido, hacia una nueva relación musical. Estos poemas, estas canciones, fueron el norte para ello, fueron una forma concreta de abordar la aventura de dejar de ser lo que éramos y ser algo nuevo siendo los mismos. Y básicamente ese es el motivo recurrente de del poema: dejar la ciudad. Dejar aquello conocido, aquello que te ha formado y deformado, y a la par, la imposibilidad de hacerlo, porque siempre lo llevas dentro.
Este poema y el libro en sí, es uno de esos textos con el que sientes que puedes caminar y enfrentar el mundo, existir intensamente. Tiene pues, algo muy rockero.
¿Cuál será el formato de este disco?
“14 baladas, entregas breves de amor y desarraigo” es el resultado de una gestión conjunta entre Cocaína, nuestra disquera A tutiplén Records y la editorial Lustra. Resulta que en paralelo a nuestro trabajo con el álbum, el editor Víctor Ruíz venía preparando una nueva y definitiva versión del Ave Soul de Jorge Pimentel, libro que contiene el poema que da forma al álbum. A esto es importante resaltar que se trata de un libro que su momento (principios de los años 70) no fue editado en el Perú sino en España y fueron muy pocos los que llegaron aquí. Posteriormente solo hubo una re-edición, que fue la cual llegó a nosotros.
Conociendo nuestro proyecto, hubo un acercamiento entre las partes y el resultado es bastante bacán. El disco será presentado en tres formatos: el disco solo, el disco junto a la nueva edición del Ave Soul y el disco junto a una edición de tapa dura del mismo libro.
Cuéntennos del proceso de realización de los videoclips que acompañan este disco y del mini documental y entrevistas que vienen difundiendo como estrategia de promoción.
Han sido procesos completamente autogestionados y autorrealizados por Cocaína, con el apoyo de amistades del rubro audiovisual: Camila Legaspi, José Manuel, José Antonio Ingunza y Loko Pérez. La producción de los videos musicales en sí ha sido muy básica: una buena idea realizable de la manera más económica posible que nos brinde material suficiente para generar contenidos que tengan sentido dentro del contexto de la banda y del álbum. Así que dejamos la ciudad, nos fuimos a Pachacamác, y filmamos.
Las entrevistas surgen como una extensión de esto mismo, del deseo de acercar el álbum a la audiencia, pero terminan en realidad acercándolo a nosotros. Ha sido increíble tener la oportunidad de entregarles el disco a todas estas personas que son importantes para nosotros y luego poder hacerles preguntas al respecto. Y lo más genial de ello es que terminábamos hablando de cosas más grandes, que rebasan el disco, que rebasan a Cocaína y, por eso, tienen un valor por sí mismas.
*Una motivación para arriesgarnos a hacer esto viene de una declaración del famoso director de videos peruano, PercyCéspedez, quien en algún momento dice algo así como “en el Perú ya se hacen videos de calidad internacional”, lo cual va referido absolutamente a un aspecto técnico y responde a la estandarización.
¿Por qué el concierto de presentación del disco intencionalmente no cuenta con evento en facebook?
Para llamar la atención sobre otras formas de hacer las cosas, otras formas de relación, que aún son viables e importantes. Por ejemplo, ya solo los grandes conciertos pegan afiches, son pocas las bandas que se toman el trabajo y asumen el costo de mover un evento en la calle. Hay una tranquilidad preocupante al respecto. Y no es que seamos retrógrados que no se adaptan a la “nueva calle”, como le dicen a las “redes sociales”, como le dicen al estar sentado frente a una pantalla, más bien nos hemos movido bastante por ahí, con los videos, el mismo flyer e incluso con anuncios pagados, pero manteniendo claro el mensaje: el único evento es el concierto. Los eventos del facebook terminan siendo estas vitrinas donde la gente sale a decir yo voy a ir a esto, pero no va, entonces no genera encuentro, no es comunicación en el sentido que nos interesa.
A la vez, esto es una prueba. Después de 8 meses sin tocar, el concierto del viernes nos va a dar una idea sobre el lugar que tiene Cocaína en el espacio en el que se mueve, y este no debe depender de si hicimos un evento virtual.
Para el concierto de presentación contarán con un invitado especial en la guitarra, si pudieran contarnos más de él.
Nuestro invitado especial en guitarra es Erick Baltodano (Trujillo, 1992) de la banda progresivo/experimental Artaud.
Es un gran músico que nos ha honrado viniendo los últimos cinco fines de semana desde Trujillo para ensayar con nosotros. Los resultados son emocionantes y eso se verá en el concierto.