Datos para el debate acerca de la petición presentada al congreso para una cuota de artistas peruanos en radios locales. Aquí la posición a favor, en contra y la nuestra. Por Camilo Riveros V
En mi casa no se escucha radio, porque todos los que vivimos en ella somos músicos. En su mayoría, las principales radios peruanas, priorizan la difusión de canciones que no solemos escuchar. No es sólo una cuestión de géneros musicales, si no de una saturación de oferta, en su mayoría pasan lo que se considera “más fácil de escuchar” y lo pasan varias veces. Algunas radios, como bien se sabe, ni siquiera varían a otras canciones de los mismos artistas. Hasta la Fania All Stars le ha pedido a los empresarios “que renueven el catálogo”.
Eventualmente podemos escuchar Filarmonía o alguna entrevista a artistas locales en programas de noticias, pues es más fácil que a un músico independiente lo entrevisten en radio a que suene su música en radios de la misma corporación.Cuando nos enteramos de que alguna radio zonal está pasando algo interesante… buscamos su señal en internet. Cuando escuchamos radio en espacios públicos, prestamos atención a lo que está pasando. Ante cómo se nos embute el consumo cultural, las radios en internet son una afortunada diferencia.
Recientemente hemos pasado a trabajar desde Sonidos.pe en un programa de radio llamado Al Otro lado del Sonido, que se transmite por Asia La Extrema 105.9 en FM (desde Arica a Cañete) y por www.asialaextrema.com. En esa posición híbrida radial y digital, atestiguamos un proceso de debate ciudadano acerca de dos grandes problemas de la comunicación, gestión pública y empresa en el Perú:
La saturación de oferta de las músicas que sí pasan las radios locales y la exclusión de productores locales, que al margen de su calidad, no son transmitidos prioritariamente por radios locales.
Primero hay que solventar un debate previo: ¿En tiempos de internet es necesaria la radio? SI, ¿por qué? Porque la “materia prima” para hacer música son las ondas sonoras, el mejor medio para transmitirlo es por radios. Por que no toda la población tiene internet. Y sobre todo, porque escuchamos radio en los espacios públicos y de transporte. La radio “está más cerca de la gente”.
A su vez, las radios FORMAN EL GUSTO de la gente. No son sólo medios de información, si no de formación de las personas.
Observemos brevemente algunos datos históricos.
Antes que nada: en el Perú las radios dependen del Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones. Las radios funcionan con señales que son brindadas en concesión por el Estado Peruano.
En los 50s y 60s, en el principio de la radiodifusión en el Perú, las radios eran propiedad de empresas disqueras. La radio, al igual que otros medios de comunicación, es empleada para inducir al consumo. Las disqueras transmitían la musica que deseaban promocionar y monetarizaban mediante la venta de discos y de espacios de promoción de otros productos que desearan ser vendidos a su público objetivo.
Esa dinámica, donde la radio es una manera de inducir la demanda de un producto, se mantiene hasta la actualidad.
En los 70s, paralela y posteriormente se dio el desarrollo de una industria discográfica de consumo doméstico, a partir de las presentaciones en vivo de artistas de músicas tradicionales de provincia. Los migrantes llevamos nuestras culturas con nosotros. De esta manera se da el caso de que artistas como el Jilguero del Huascarán vendiera un millón de discos, superando en su época a grandes artistas difundidos en radio, como Saicos.
Hasta los 80s se contaba con tiendas de discos de vinilo en Lima, las cuales fueron paulatinamente exterminadas con la llegada del casete y otros medios de reproducción casera, dando impulso al fenómeno de la piratería fonográfica en el Perú. Con la llegada de los medios de reproducción digital a gran escala a finales de los 90s, durante los dos miles las compañías discográficas tradicionales quebrarían o retirarían sus oficinas del Perú.
La radio y la televisión han jugado un papel paradógico en el impulso de las escenas musicales alternas. Si bien por un lado te dan razones para hacer música al ver que música NO quieres hacer. También pueden darnos a conocer diversas tendencias musicales de circulación global, que si bien son presentadas como moda pasajera, pueden ser insumo para la creación propia e incluso para la constitución de identidades, de culturas urbanas propias.
El rock alternativo de los 90s, tanto el grunge, el rock latino, el new metal, el hardcore punk melódico o el pop punk, el emo y la cumbia en los 2000s, generaron correlatos locales de fenómenos globales. Un fenómeno mediante el cual una tendencia global, como la creación y cultivo de un género o estilo musical, aparece simultáneamente en diversas partes, entra a difusión prioritaria en medios de comunicación masiva y tiene réplicas una vez que es conocido y entra en diálogo con otros contextos locales. Esos géneros musicales, sonaron brevemente en radio, pero influyeron en brindar nuevo público, músicos, referentes musicales, posibilidades sonoras y condiciones de producción a las escenas musicales alternas, a “la escena” subterránea, alternativa o independiente.
Durante los 2000s además se dio un fenómeno inusual. Sin una ley de por medio, si no que con voluntad política, (con notables antecesores en pequeñas radios AM durante los 90s) se abrieron espacios radiales para la difusión de músicas hechas en el Perú en FM, gracias al gobierno de Valentín Paniagua que nombró a Ernesto Hermosa, director del programa televisivo Presencia Cultural, como director del Radio y Televisión Nacional. Con ello se abrieron espacios como Zona 103 y Ave Roq. Paralelamente, Sergio Galliani trabajaba Radio y TV Insomnio. Las repercusiones de este fenómeno de par de años, permitieron que se afirmaran los festivales masivos que la escena independiente demostró durante los 90s que podía lograr para ciertas causas sociales o políticas, además de dar a conocer bandas limeñas independientes a otras provincias del Perú, fomentando el desarrollo de sus escenas locales.
Antes y después de ese breve oasis radial, la dinámica de acceso a difusión en los medios masivos de comunicación dependía de factores personales y hasta clandestinos. Se tienen diversos testimonios del ofrecimiento de difusión a cambio de pago, o incluso de cuál era el proceso por el cual funcionaba. Si un programador de alguna radio pide dos o tres mil dólares por programar alguna propuesta musical en particular, ese artista podrá cobrar ese mismo monto por cada presentación. La difusión radial, se sumaba a los costos de producción. De facto, no es una cuestión de mérito, como se suele creer.
Actualmente se da un proceso de renovación radial donde esos malos hábitos vienen siendo denunciados y sus responsables expulsados, pero hay una brecha histórica entre lo que las radios difunden y la gente practica.
La radio permite la difusión masiva de obras sonoras y permite aprender a degustar de ellas.
El detalle está en que en la masificación se diluye la significación, es decir, el contenido y sentido que puedan brindar los artistas a su creaciones originalmente, se verán transformadas al ser resignificadas por la experiencia de vida de cada persona que se relacione con su obra. Ahí también está el poder de la música y cómo logra ser más grande que sus creaciones, si no la suma de todos quienes entran en relación (o no) con ella. Hay músicas aptas para la radio y otras no. Pero una cosa es que lo sean por voluntad propia y otra es que sean excluídas.
Hay músicas que están hechas en oposición a la radio y no la necesitan, hay otras que la buscan desesperadamente. Y hay otras que no la buscan y viven como si no la necesitaran, pero bien merecerían salir ahí.
El detalle está en que si no se transmite a ninguna de ellas se castra la posibilidad de regenerar la destruida industria musical en el Perú.
Este proceso de exclusión se ha dado tanto porque mucha de la gente que trabaja en radio no conoce o no tiene oportunidad de conocer a los circuitos independientes o cuando los conoce los rechaza.
Se podría decir que también los artistas peruanos recién alcanzan resultados de calidad sonora equiparable a sus pares extranjeros, pero también se han transmitido músicas de dudosa calidad, por que los artistas tenían ya en agenda presentaciones en nuestro país.
Hay dos claras posiciones en actual debate en torno a la propuesta de reglamentar y exigir el cumplimiento de una ley de cuota de participación de artistas locales en los diales peruanos, tuvieron un reciente debate en El Comercio y las compartimos con ustedes.
La posición de las radios y de los observadores que no conocen acerca de la exclusión y de la existencia de los circuitos musicales independientes, creen que “si algo es realmente bueno, pues se abre camino”, es decir “si no los pasan en la radio es porque no son suficientemente buenos”.
A ese planteamiento subyace la idea de que el mercado se regula sólo y que las personas y organizaciones están en igualdades de condiciones para competir. Está demostrado que esto no es así. Los medios de comunicación forman el gusto de sus oyentes, así que repiten lo que vienen transmitiendo y hacen que mucha gente quiera sinceramente más de lo mismo. No puedes desear disfrutar de algo que no conoces.
Pero hay algo más intenso en esa posición, que es el decir que “el verdadero artista no le interesa ser famoso”. Pero eso es lo que hay que desmitificar. No es un cuestión de ser famoso, es una cuestión de poder trabajar EN tu música o DE tu música, sin que tus compatriotas asumas que porque eres peruano no debes ser realmente bueno. No es una cuestión de mendigar, si no de dignificar.
La posición a favor plantea, adecuadamente, que ya existe la ley. El artículo 22 de la Ley de Radio y TV, plantea como principios el fomento de la educación, cultura y moral de la nación; así como la promoción de los valores y la identidad nacional. Por otro lado se plantea que es un aspecto “cultural” en el sentido de que es necesario reconocer el aspecto formativo de los medios masivos de comunicación oficial. También se señala que en varios otros países existe. Además de que por ley también están prohibidos los monopolios generados por las corporaciones radiales que actualmente se reparten los diales.
Considero que existen dos factores que se están omitiendo en el debate, que importan tanto a músicos como a empresarios que se oponen a una regularización que favorezca a los productores locales a difundir sus obras por los medios de comunicación oficial.
Hay que reconocer que las radios son un instrumento de fomento de demanda. Es decir hacen que el público desee lo que ellas están ofreciendo. Eso tiene a su vez varios aspectos, como que cuando las radios no transmiten la producción local, la invisibilizan y la descalifican, ante el público que no desea investigar más allá.
A su vez refuerzan la baja autoestima entre la opinión pública, como si las agrupaciones musicales peruanas en general simplemente no fueran buenas. En ese sentido su negligencia resulta haciendo más daño a los circuitos de producción fonográfica local que la misma piratería (pues esta, si bien no paga directamente, por lo menos resulta un medio de difusión también masivo)
Si se desea construir una industria fonográfica local, es indispensable contar con medios de difusión masiva. Ya contamos con los nuevos medios digitales, que son masivos, pero se circunscriben a las redes de quienes ya están ahí. Para llegar al gran público, las radios tradicionales son útiles.
Efectivamente, las ondas de radio difusión son patrimonio del Estado, y en tanto tal, propiedad de todos los peruanos. Un factor fundamental de nuestra identidad como nación y nuestras relaciones internas entre poblaciones está en que no hemos aprendido a ser peruanos desde nuestras industrias culturales. Esto no es sólo un fenómeno psicológico o anímico, la exclusión radial es un factor que trunca la potencia configuración de cadenas productivas que permitan que los músicos peruanos puedan seguir haciendo sus propias músicas y tal vez, eventualmente, vivir de hacerlas.
La apertura de la oferta de la difusión radial es indispensable por un proceso formativo e informativo de la población, para superar un desfase histórico y para fomentar el desarrollo de mercados de productores locales.
A su vez es indispensable en este proceso que los músicos locales que exigen este merecido derecho a la radiodifusión, se responsabilicen por brindar una oferta de la calidad más alta posible, como para vencer la brecha que separa a la producción local de la internacional en el sentido común del público local. La cálida recepción de artistas locales al telonear a recientes visitas internacionales habla de una paulatina apertura del público.
Pero es necesario recordar que en el proceso de creación de un fonograma importa cada etapa. Desde el tocar lo mejor posible, el tener adecuadas cuerdas nuevas, cables, micros, amplificadores, interfase, consola, computadora o cinta; el proceso de mezcla y masterización, así como el copiado, etc; afectan la calidad del resultado sonoro final.
Para que las agrupaciones musicales peruanas puedan sonar en las radios locales en igualdad de condiciones, sin perder en la comparación (con lo que sustentarían las opiniones negativas) deben superarse.
Desde Sonidos.pe queremos felicitar a Walter Cobos por tomar la iniciativa legal de exigir el derecho a la radiodifusión. Así como motivar a los músicos peruanos a que trabajemos colectivamente para poder exterminar los prejuicios ante nuestra producción, dando lo mejor de nosotros mismos.
Cabe compartir el caso de Canadá y cómo, a partir de un sistema de cuotas, logran fomentar cadenas de producción local, directamente beneficiosas para ellos, a pesar de competir con EEUU al tenerlo al lado (Más en detalle en este artículo de Jose Javier Iguiñiz)
Pero hay que prestar atención más aún al caso de Venezuela, en el cual las radios de oposición a Chávez, pasan la música tradicional venezolana más grosera (que los cultores de música tradicional venezolana no escuchan) para desprestigiar la medida estatal.
Si los músicos independientes que quieren sonar en las radios no están en condiciones de dar lo mejor de si, la medida de cuotas locales podría llevarnos a una nueva saturación de oferta, favoreciendo a unos pocos.
Es posible la construcción de una nueva industria musical en el Perú, pero es tarea de todos, Estado, empresas y ciudadanía.